Política y Estado

LA POLÍTICA.
DEFINICIÓN
La política se ocupa de la relación que se establece entre esos tres elementos y los modelos que se han desarrollado para intentar dotar de unas reglas de juego a la vida del ser humano en sociedad.
Algunas de las preguntas que podemos formularlos son:
1.      ¿Por qué vivimos en sociedad?
2.      ¿Cuál es la relación del individuo con la sociedad en la que vive y su Estado?, es decir, ¿Cuál es su actitud ante la política?
3.      ¿Cómo nos organizamos?
4.      ¿Cuáles son las distintas formas de gobierno?, ¿Quién detenta el poder?, ¿Cómo se legitima?
5.      ¿Qué es la democracia?, ¿Cómo funciona?



1.1       Actitudes ante la política

1.1.1        El político

Es la postura de quien considera que la realización de la persona forma parte de un proyecto más amplio que implica a toda la sociedad en la que vive. Esta concepción lleva a una participación activa y directa en política para desde ella llevar a cabo ese proyecto y conseguir la felicidad tanto individual como colectiva (aquella no es posible totalmente sin ésta)

1.1.2        El apolítico

Es la postura de quien considera que la felicidad del individuo es un proyecto sólo realizable al margen de la sociedad en el seno de pequeñas comunidades que no participen de la vida política. Se renuncia a la participación política porque no es posible una identificación entre el individuo y la gestión política del Estado que está alejada de él.
Aparece como consecuencia de los Estados de gran tamaño (los imperios) que imposibilita la participación directa y la resolución de algunos problemas que a una escala menor sí son susceptibles de ser resueltos. También se deriva del descrédito de la política por el uso de la demagogia y la corrupción de algunos políticos.
Un ejemplo son las comunas que proponían los hippies de los sesenta o la filosofía de Epicuro (341-270 a.C.) Según éste se ha de buscar la felicidad a través de conocimiento  para saber atajar el dolor y conseguir el placer pero esto no es posible aceptando la sociedad en la que hemos nacido con sus reglas, tradiciones, vínculos familiares y miedos impuestos que no hemos escogido. La comunidad epicúrea se basa en el vínculo de la amistad donde libremente se elige compartir con un grupo de amigos un modo de vida basado en la afinidad y la tolerancia donde no tengan ningún peso ni los lazos de parentesco ni las leyes del Estado.

1.1.3        El antipolítico

Es la postura de quien considera que la felicidad del individuo sólo es posible en un estado de naturaleza rechazando todo lo que es social, pero esto no nos lleva a apartarnos de la vida política sino a actuar activamente para denunciar, provocar y poner en evidencia todas las ataduras e inconvenientes del vivir en sociedad. Toda transformación social o utopía es imposible porque el problema es la misma sociedad.


Son representantes en la antigüedad de esta actitud Diógenes el Cínico († 324 a.C.) y Antístenes (445-365 a.C.). Defienden un modo de vida asocial: rechazo del trabajo, dinero, fama, linaje, religión, convencionalismos sociales, tabúes (incesto y canibalismo), nacionalismos y diferencias por sexo o raza. Su postura es de insumisión.

1.2       Dicotomías en la acción política

Nos centramos ahora en aquellos que mantienen una actitud política. Dentro de este modelo encontramos históricamente diversas cuestiones planteadas que analizamos a continuación:

1.2.1        Reformar la sociedad o hacer una revolución

Esa participación puede ser para:
1.      Desarrollar un proyecto sobre el sistema político establecido. Aceptamos las reglas de juego existentes y las utilizamos para cambiarlas y reformar el modelo social según nuestros ideales. Sería el ejemplo de Pericles (495-429 a.C.)
2.      Subvertir o revolucionar el orden establecido para transformarlo en un nuevo orden político, normalmente a través de la fuerza. Sería el ejemplo de K. Marx (1.818-1.883)

1.2.2        Cómo se conjugan los intereses individuales y los generales

Se trata de ver aquí a qué se le da más peso, si al individuo a al Estado, según la elección nos encontraremos con un Estado democrático o un Estado totalitario:
1.      Estado democrático. Da prioridad al individuo siendo el Estado un medio para desarrollar las potencialidades singulares de los individuos. Sería el ejemplo de Pericles (495-429 a.C.) que afirma: "Formar parte de una sociedad como la polis de Atenas, es lo que permite el desarrollo del individuo, si además esta ciudad es democrática se garantizará la realización máxima de las posibilidades singulares". Esto implica un respeto a las diferencias personales. Un proyecto común no tiene porqué significar la anulación de las voluntades y especificidades individuales, la uniformización. Si la sociedad es democrática lo que buscará es la realización, precisamente, de esas singularidades compatibilizándolas dentro del proyecto general de esa sociedad.
2.      Estado totalitario. Pone por encima del individuo el Estado, aquel sólo cobra sentido e identidad en la pertenencia a una nación. Sus iniciativas, por más singulares que le parezcan sólo tienen sentido y se han de someter a una razón superior que es la Razón de Estado: por encima de su voluntad se haya la razón de Estado a la que se ha de ceñir que se supone una razón de esa nación como colectividad. Así el individuo deviene un medio para desarrollar las potencialidades colectivas de la nación. Es la postura defendida por el filósofo alemán W. G. F. Hegel (1.770-1831).

1.2.3        El tamaño de la sociedad y la posibilidad de participación

Aquí tomamos dos autores que son coetáneos y defienden posturas encontradas.
1.      La ciudad. Demóstenes (384-322 a.C.) se pregunta: ¿Cuál es la dimensión máxima para que no se rompa el equilibrio entre el Estado y el individuo?, es decir, que éste pueda participar activamente y sentirse representado. Él afirma que nunca debe ser mayor que la ciudad y lo argumenta diciendo que en el estado del Imperio se disipa la capacidad de intervención del individuo.
2.     


El imperio. Aristóteles (384-322 a.C.) en cambio ve en el imperio un desarrollo natural de la sociedad. El ser humano adquiere mayor autonomía respecto de la naturaleza cuanto más desarrollada es la sociedad. Los grupos humanos, las sociedades, cada vez se hacen más fuertes y así dan más autonomía, seguridad y libertad al individuo. La generación del orden social seguiría la siguiente cadena:


2          ¿Cómo nos organizamos? : Formas de gobierno

2.1       ¿Cómo nos organizamos para vivir en sociedad?

Vivir en sociedad implica un modo de organización social, el establecimiento de un orden que regle y permita la convivencia y la cooperación. Estas reglas de juego determinan cómo se reparte:
1.      El trabajo: qué le corresponde a hacer a cada uno y qué esfuerzo ha de aportar. Es lo que se conoce como división social del trabajo.
2.      La riqueza: qué corresponde a cada uno de los bienes y servicios producidos.
3.      El poder: qué capacidad tiene cada uno para tomar decisiones e intervenir en la gestión y la administración de lo público.
De esta manera se define un conjunto de derechos y obligaciones (legalidad) que definen el status de cada individuo en esa sociedad.

2.2       ¿Quién detenta el poder? : ¿Quién es el soberano?

Nos centramos en el tercer elemento: el reparto del poder. Según cómo se realice ese reparto aparece una forma de gobierno u otra que pueden dar como resultado dos situaciones diferentes:
1.      Un régimen de relaciones equilibrado. Son los modelos igualitaristas donde el reparto se hace de forma igual para todos los miembros de la sociedad. Se da en las sociedades democráticas en las que la soberanía recae sobre el pueblo y se legitima a través del sufragio universal mediante el cual se eligen sus representantes encargados de gestionar y gobernar lo público.
2.      Una situación de privilegios. Es el caso más frecuente en la historia. Son los modelos proporcionales donde cada individuo recibe proporcionalmente más en función de su clase social, su riqueza, origen familiar, nacional o racial, su sexo o su fama. Las distintas formas de legitimar su poder han sido variadas pues se ha recurrido desde la fuerza militar o económica, al linaje o incluso el carácter divino del soberano.

2.3       Formas de gobierno que se teorizan hasta el siglo XVII

Vemos las principales formas de gobierno que teorizan los filósofos antiguos, fundamentalmente Platón y Aristóteles indicando sus formas de legitimación.
Las formas de gobierno, en el orden preferido por Platón, son las siguientes:

2.3.1        La monarquía

Etimológicamente del griego mono: uno; arqué: principio o mando. Significa el gobierno de uno sólo. El rey que encuentra su legitimación en su carácter divino o en su linaje.

2.3.2        Aristocracia

Etimológicamente del griego aristós: mejor; crateo: mandar. Significa el gobierno de los "mejores" y se legitima por el linaje o la sabiduría.

2.3.3        Oligarquía

Etimológicamente del griego oligós: pocos; arqué: principio o mando. Significa el gobierno de unos pocos que generalmente son los que poseen más riquezas y se legitima en su poder económico y en el recurso a la fuerza.

2.3.4        Tiranía

Es el gobierno de uno o varios individuos que se basa en la fuerza por lo que acaba siendo una dictadura.

2.3.5        Democracia

            Etimológicamente del griego Demos: pueblo; crateo: mandar. Significa el gobierno del pueblo y se legitima a través del sufragio universal. La acción política se ejerce a partir del uso la razón y el discurso contrastado.

2.4       Formas de gobierno que se teorizan a partir del siglo XVII

2.4.1        Contexto histórico e introducción

Se están construyendo los Estados modernos, las teologizaciones del mundo político dominantes hasta el renacimiento entran en descrédito y desuso. Cuando no se puede legitimar un Estado, un orden social, sin poder recurrir a una trascendencia ordenadora (Dios) se deben buscar criterios racionales que legitimen el nuevo orden.


El esquema general aplicado es el siguiente:

Hay dos teorías principales que lo intentan explicar:
1.      Teoría del poder absoluto. Defendida por el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) Sirve de fundamento racional a las formas de gobierno predominantes hasta la revolución francesa.
2.      Teoría de la soberanía representativa. Defendida por el filósofo francés Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Sirve de modelo a las formas de gobierno que se derivan o se inspiran en la revolución francesa.


En ambos se sigue el siguiente esquema:

2.4.2        Thomas Hobbes (1588-1679): La teoría del poder absoluto

2.4.2.1       El ser humano en estado de naturaleza

Parte de la consideración de la naturaleza humana y no de las virtudes que puede desarrollar sino de las pasiones que le pueden arrastrar y llega a la siguiente conclusión:
"El hombre es un lobo para el hombre"
A diferencia de otros filósofos, Hobbes afirma que el ser humano es un ser individualista por naturaleza. En un estado de naturaleza es egoísta, busca solamente su placer, aquello que puede aumentar su potencia vital, su poder, y nunca está contento ansía siempre más y está dispuesto a todo por ello. Es, por lo tanto, insaciable e inmoral.
Su libertad consiste en poder realizar todo lo que desea sin ningún tipo de cortapisa moral. Su derecho es hasta dónde llegue su poder.
Es un ser solitario, incapaz de amar, sentir compasión o piedad, e incapaz de compartir.

2.4.2.2       La necesidad del pacto y su finalidad

Hobbes afirma que todos los seres humanos son iguales en cuerpo y mente si hacemos la media de todas sus cualidades, por ello, nadie puede reclamar privilegios esgrimiendo que es superior al resto. De ello resulta la igualdad de capacidad y la esperanza ante la consecución de cualquier objetivo. Si dos personas desean una misma cosa y no pueden disfrutarla ambos se vuelven enemigos y tratan de aniquilarse.
En la naturaleza del ser humano hay tres causas de discordia:
1.      La competencia. Que les impulsa a atacarse para conseguir un beneficio.
2.      La desconfianza. Que les impulsa a atacarse para conseguir seguridad.
3.      La gloria. Que les impulsa a atacarse para ganar reputación.
Sin ninguna ley que limite sus ansias, en un estado de naturaleza, nos encontramos que el resultado de esta forma de ser del ser humano desemboca en "la guerra de todos contra todos".
En cada individuo, como ser natural que es, ruge la fuerza de su deseo de vivir y poder, que el derecho llegue hasta donde llegue su poder, pero a su vez, está poseído por la voz de la razón que le ofrece la posibilidad de mejorar renunciando a una parte de su libertad, esto le orienta hacia la sociedad.
El paso a un Estado civil tiene la finalidad de evitar "la guerra de todos contra todos" y asegurar la paz, la seguridad y el orden.

2.4.2.3       Características del contrato

Para Hobbes sólo una fuerza superior y el sometimiento pueden establecer el vínculo o contrato entre los seres humanos. El contrato es un contrato de sumisión y se fundamenta en el miedo a esa fuerza superior: el poder absoluto del soberano.
Cada individuo renuncia a sus derechos naturales, a su poder (a la fuerza) y a su libertad a cambio de que los otros hagan exactamente lo mismo depositándolas sobre el soberano que a partir de ese momento detentará su monopolio: el poder absoluto. Así cada individuo acepta someterse (sumisión) a la ley que ese poder establezca.
Aunque vivamos en un Estado Civil la naturaleza humana sigue siendo la misma aunque reprimida. En ocasiones se rebelará insumisa, por eso se necesita un poder absoluto (que decide sobre la vida y la muerte) para provocar el temor que evite la insumisión, la rebelión, la insurrección.

2.4.2.4       Características del poder constituido

El soberano no pacta, es el resultado del pacto. Hace la ley pero está por encima de ella. Determina lo que es justo o injusto, bueno o malo, pero él no puede ser juzgado como justo o injusto, bueno o malo, porque él sigue estando en un estado de naturaleza, él no ha renunciado a nada.

2.4.3        Jean Jacques Rousseau (1712-1778): La teoría de la soberanía representativa

Rousseau es un filósofo ilustrado, es de todos ellos el que hace una propuesta más radical e innovadora. Hay dos motivaciones en su teoría política:
1.      Buscar un camino para reformar la sociedad, es decir, superar los problemas que crea la civilización. Según él ésta ha corrompido al ser humano.
2.      Buscar cómo puede relacionarse el individuo con la comunidad sin que por ello pierda su libertad.
La respuesta será buscar una sociedad basada en un principio que haga posible la convivencia salvando la libertad del individuo y en la que la civilización no sea la corruptora sino que esté al servicio del ser humano y la razón.

2.4.3.1       El ser humano en estado de naturaleza

Al igual que Hobbes cree que el ser humano, según su naturaleza, el "ser humano natural" no es social, dándose prioridad al individuo sobre la comunidad social.
Recurre al estado de naturaleza con el fin de "distinguir lo que hay de originario y lo que hay de artificial en la naturaleza actual del ser humano".
Con anterioridad a su vida en sociedad el ser humano (en estado de naturaleza) sería bueno, feliz, independiente y libre. Lo concibe como autosuficiente y además perfectible (que se puede mejorar a sí mismo).
Es la vida en sociedad lo que ha corrompido al ser humano: al vivir en sociedad (habla de la situación real del presente) el ser humano se hace malo, está movido por el "amor propio" o el insaciable egoísmo ya que rige la injusticia, la opresión y la falta de una auténtica libertad.
No se trata de volver a aquel estado idílico (que sólo es un supuesto) sino de reformar la sociedad sobre nuevas bases.

2.4.3.2       La necesidad del pacto y su finalidad

En crítica a Hobbes el contrato no surge de la necesidad de controlar las pasiones destructivas de los seres humanos ni de poner fin a una enemistad natural y continua ("la guerra de todos contra todos") sino para hacer posible la perfectibilidad propia del ser humano.

2.4.3.3       Características del contrato

En crítica a Hobbes, semejante forma de contrato impuesto por la coacción y sin libertad niega la libertad natural del ser humano y no institucionaliza ni permite una adecuada libertad civil y política.
El verdadero contrato social ha de ser un contrato de libertad pero ello no significa, en modo alguno, que en el orden social y político establecido por él no haya y tenga que haber obligatoriedad de sumisión la ley. Lo que se matiza aquí es cómo ha de ser esa sumisión y hacerla compatible con la libertad del individuo.
La fórmula del contrato según Rousseau es:
"Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y en virtud de la cual cada uno uniéndose a todos, no obedezca sin embargo más que a sí mismo y quede tan libre como antes"
Aquí se pasa de una libertad natural a una libertad "civil y política" pero esa "renuncia" o cesión de poder no se realiza a favor de una voluntad individual sino a favor de toda la comunidad (Soberanía popular). Se crea así una unión social perfecta, cuya expresión y principio rector es la voluntad general: los seres humanos no se someten sino a la ley que ellos mismos se han dado, el sometimiento a la ley lo es a ellos mismos que libre y racionalmente se han impuesto la ley.
Rousseau lo resume así:
"Al darse cada uno a todos los demás, no se da a ninguno en particular y, como no existe ningún miembro de la comunidad sobre él que no se gane el mismo derecho que al que él se le permite sobre uno mismo, así cada persona recobra lo que entrega en la misma medida, y recibe, al mismo tiempo, una fuerza mayor para afirmarse a sí mismo y mantenerse en lo que es y en lo que tiene".
Con ello han pasado de un estado de naturaleza y de necesidad, a un estado basado en la razón y fruto de la libertad estando semejante comunidad social muy por encima del estado de naturaleza.
En este nuevo orden social racional y libre será posible erradicar el mal moral y la injusticia y realizar la perfectibilidad y felicidad del ser humano: su plena realización.

2.4.3.4       Características del poder constituido

La voluntad general es el principio clave que da la unión y sobre el que funciona la sociedad teniendo como meta la búsqueda de aquel interés que es común a todos los miembros de la sociedad. En esa voluntad general es dónde reside la soberanía, y esta soberanía que se establece es representativa de las voluntades individuales que eligen a sus representantes constituyéndose el Parlamento. Éste ha de ser el reflejo de la sociedad y cuando hable el representado, el representante no puede decir algo distinto.
Así pues, la soberanía popular, puesto que no se puede ejercer directamente, se ejerce de manera representativa a través del Parlamento cuyos representantes son elegidos por sufragio universal (cada ciudadano un voto)
El buen funcionamiento de esta forma de gobierno está basado en lo que se denomina la división de poderes. El Estado se organiza a partir de tres poderes que deben ser independientes pero que a la vez ejercen mutuo control unos sobre otros. Este control tiene como función evitar el abuso de poder, vigilar y controlar los excesos. Los tres poderes son:
a)      Poder legislativo. Tiene como función elaborar las leyes. Esta tarea la realiza el Parlamento que ha sido elegido por el pueblo.
b)     Poder judicial. Vela para que las normas establecidas por el poder legislativo se cumplan, a la vez arbitra en los conflictos entre particulares y los grupos. Está formado por jueces y magistrados (Administración de Justicia).
c)     


Poder ejecutivo. Tiene como función orientar y dirigir la administración del Estado y representarlo ante la comunidad internacional. Esta constituido por el gobierno que lo forman un presidente del gobierno elegido por el Parlamento y un Consejo de Ministros elegidos por el presidente del gobierno.

El poder ejecutivo ha de rendir cuentas ante el Parlamento (control parlamentario), que a su vez está sometido al pueblo que representa a través del voto en las urnas (A través del voto podemos dar o quitar nuestra confianza a nuestros posibles representantes y controlar su acción parlamentaria) y la presión de las asociaciones y grupos sociales (sindicatos, empresarios, etc.) El poder judicial requiere de total independencia para asegurar la igualdad de todo ciudadano ante la ley.
La ley la hace el pueblo, a través de sus representantes elegidos en el Parlamento y se aplica a todos por igual es lo que se conoce como Estado de Derecho.
En este caso, a diferencia de lo que ocurría con la teoría de Hobbes, sí se puede criticar la ley y si no nos gusta presionar para que cambie por otra mejor o más justa. El poder hace la ley, pero no está por encima de ella, se somete a ella como cualquier otro ciudadano, es lo que se denomina el Imperio de la Ley.
Otra de las diferencias, quizás la fundamental con la teoría de Hobbes, es que en este caso el pacto que constituye el contrato no es incondicional: tiene unas condiciones establecidas, redactadas y objetivas que expresan las reglas básicas de la convivencia y del sistema de gobierno. El pacto obliga a todos por igual y queda refrendado por el pueblo a través de las urnas y expresado en un texto legal: la Constitución. Ningún poder puede vulnerar sus preceptos.
Este texto es de orden superior a cualquier ley pues determina las reglas de juego de esa sociedad pero es siempre revisable: el pacto se puede variar siempre que haya suficiente consenso dentro de los miembros de la sociedad que lo haya redactado. Es de nuevo la expresión de la soberanía popular que puede cambiar los términos del pacto en cualquiera de sus puntos.

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